ORACIONES INICIALES

lunes, 16 de agosto de 2021

DECIMOQUINTA HORA DE LAS 7 A LAS 8 DE LA MAÑANA JESÚS ANTE PILATOS. PILATOS LO ENVÍA A HERODES

JESÚS ANTE PILATOS PILATOS LO ENVÍA A HERODES

Jesús ante Pilatos. Pilatos lo envía a Herodes

Gracias te doy, oh Jesús, por llamarme a la unión contigo

por medio de la oración, y tomando tus pensamientos, tu

lengua, tu corazón y fundiéndome toda en tu Voluntad y en tu

amor, extiendo mis brazos para abrazarte y apoyando mi

cabeza sobre tu corazón empiezo:

Atado bien mío, tus enemigos unidos a los sacerdotes te

presentan ante Pilatos, y ellos fingiendo santidad y

escrupulosidad, debiendo festejar la Pascua se quedan fuera

en el atrio, y Tú, mi amor, viendo el fondo de su malicia reparas

las hipocresías del cuerpo religioso.

También yo reparo junto contigo, pero mientras Tú te ocupas

del bien de ellos, ellos en cambio comienzan a acusarte ante

Pilatos, vomitando todo el veneno que tienen contra Ti, pero

Pilatos mostrándose insatisfecho de las acusaciones que te

hacen, para poderte condenar con motivo te llama aparte y a

solas te examina y te pregunta:

«¿Eres Tú el rey de los judíos?» (Jn 18, 33)

Y Tú mi Jesús, verdadero rey mío respondes:

«Mi reino no es de este mundo; de lo contrario millares de

legiones de ángeles me defenderían».

Y Pilatos conmovido por la suavidad y dignidad de tu

palabra, sorprendido te dice:

«¿Cómo, Tú eres rey?» (Jn 18, 37)

Y Tú:

«Es como tú lo dices, Yo lo soy, y he venido al mundo para

dar testimonio de la Verdad». (Jn 18, 37)

Y Pilatos sin querer saber más y convencido de tu inocencia,

sale a la terraza y dice:

«Yo no encuentro culpa alguna en este hombre». (Jn 18, 38)

Los judíos enfurecidos te acusan de tantas otras cosas, y Tú

callas y no te defiendes, y reparas las debilidades de los jueces

cuando se encuentran de frente a los poderosos y sus

injusticias, y ruegas por los inocentes oprimidos y

abandonados. Entonces Pilatos al ver el furor de tus enemigos

y para desentenderse te envía a Herodes.

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Jesús ante Herodes

Mi Rey divino, quiero repetir tus oraciones y reparaciones y

acompañarte hasta Herodes. Veo que tus enemigos,

enfurecidos, quisieran devorarte y te conducen entre insultos,

burlas y befas, y así te hacen llegar ante Herodes, el cual en

actitud soberbia te hace muchas preguntas, y Tú no respondes,

no lo miras, y Herodes irritado porque no se ve satisfecho en

su curiosidad y sintiéndose humillado por tu prolongado

silencio, dice a todos que Tú eres un loco y sin juicio, y como a

tal ordena que seas tratado, y para mofarse de Ti hace que

seas vestido con una vestidura blanca y te entrega en las

manos de los soldados para que te hagan lo peor que puedan.

Inocente Jesús, ninguno encuentra culpa en Ti, sólo los

judíos, porque su fingida religiosidad no merece que

resplandezca en sus mentes la luz de la verdad. Mi Jesús,

sabiduría infinita, cuánto te cuesta el haber sido declarado loco.

Los soldados abusando de Ti te arrojan por tierra, te pisotean,

te cubren de salivazos, te escarnecen, te golpean con palos, y

son tantos los golpes que te sientes morir. Son tales y tantas

las penas, los oprobios, las humillaciones que te hacen, que los

ángeles lloran y se cubren el rostro con sus alas para no

verlas.

También yo, mi loquito Jesús, quiero llamarte loco, pero loco

de amor, y es tanta tu locura de amor que en vez de ofenderte,

Tú ruegas y reparas por las ambiciones de los reyes que

ambicionan reinos para ruina de los pueblos, por las

destrucciones que provocan, por tanta sangre que hacen

derramar por sus caprichos, por todos los pecados de

curiosidad y por las culpas cometidas en las cortes y en las

milicias.

Mi Jesús, cómo es tierno el verte en medio de tantos ultrajes

orando y reparando, tus palabras repercuten en mi corazón y

sigo lo que haces Tú. Y ahora deja que me ponga a tu lado y

tome parte en tus penas y te consuele con mi amor, y

alejándote a los enemigos, te tomo entre mis brazos para darte

fuerzas y besarte la frente.

Dulce amor mío, veo que no te dan reposo y que Herodes te

envía nuevamente a Pilatos. Si doloroso ha sido el venir, más

trágico será el regreso, porque veo que los judíos están más

enfurecidos que antes y están resueltos a hacerte morir a

cualquier precio. Por eso antes que salgas del palacio de

Herodes quiero besarte, para testimoniarte mi amor en medio

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de tantas penas, y Tú fortifícame con tu beso y con tu

bendición, y te sigo ante Pilatos.

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Reflexiones de la Decimoquinta Hora (7 AM)

13-18

Septiembre 16, 1921

Estaba haciendo la hora de la Pasión cuando mi dulce Jesús

se encontraba en el palacio de Herodes vestido de loco,

recibiendo burlas, y mi siempre amable Jesús, haciéndose ver

me ha dicho:

“Hija mía, no solamente en aquel momento fui vestido de

loco, escarnecido y recibí burlas, sino que las criaturas

continúan dándome estas penas, más bien estoy bajo

continuas burlas y por toda clase de personas. Si una persona

se confiesa y no mantiene sus propósitos de no ofenderme, es

una burla que me hace; si un sacerdote confiesa, predica,

administra Sacramentos, y su vida no corresponde a las

palabras que dice y a la dignidad de los Sacramentos que

administra, tantas burlas me hace por cuantas palabras dice,

por cuantos Sacramentos administra; y mientras Yo en los

Sacramentos les doy la vida nueva, ellos me dan escarnios,

burlas, y al profanarlos me preparan la vestidura para vestirme

de loco; si los superiores ordenan a sus inferiores sacrificios,

oración, virtud, desinterés, y ellos llevan una vida cómoda,

viciosa, interesada, son tantas burlas que me hacen; si las

cabezas civiles y eclesiásticas quieren la observancia de las

leyes, y ellos son los primeros transgresores, son burlas que

me hacen. ¡Oh, cuántas burlas me hacen! Son tantas que

estoy cansado de ellas, especialmente cuando bajo apariencia

de bien ponen el veneno del mal, ¡oh! cómo hacen de Mí un

juego, como si Yo fuera su juguete y su pasatiempo, pero mi

justicia tarde o temprano se burlará de ellos castigándolos

severamente. Tú reza y repárame estas burlas que tanto me

duelen, y que son la causa por la que no puedo hacer conocer

quién soy Yo”.

Después, habiendo venido nuevamente, y como yo estaba

fundiéndome toda en el Divino Querer, me ha dicho:

“Hija queridísima de mi Querer, Yo estoy esperando con

ansia tus fusiones en mi Voluntad; tú debes saber que

conforme Yo pensaba en mi Voluntad, así iba modelando tus

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pensamientos en Ella, preparándoles su lugar; al obrar,

modelaba tus obras en mi Querer, y así de todo lo demás.

Ahora, lo que Yo hacía no lo hacía para Mí, porque no tenía

necesidad, sino para ti, y por eso te espero en mi Voluntad

para que vengas a tomar los lugares que te preparó mi

Humanidad, y sobre las obras que preparé ven a hacer las

tuyas, y entonces por ello estaré contento y recibiré completa

gloria cuando te vea hacer lo que Yo hice”.

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13-35

Noviembre 22, 1921

Dicho esto ha desaparecido. Después ha regresado y ha

agregado:

“Hija mía, la pena que más me traspasó en mi Pasión fue el

fingimiento de los fariseos, fingían justicia y eran los más

injustos; fingían santidad, legalidad, orden, y eran los más

perversos, fuera de toda regla y en pleno desorden, y mientras

fingían honrar a Dios, se honraban a sí mismos, su propio

interés, su propia conveniencia, por eso la luz no podía entrar

en ellos, porque sus modos fingidos les cerraban las puertas, y

el fingimiento era la llave que a doble giro de cerradura,

cerrándola a muerte, obstinadamente impedía aun cualquier

resplandor de luz, tanto que Pilatos, idólatra, encontró más luz

que los mismos fariseos, porque todo lo que él hizo y dijo no

partía del fingimiento, sino a lo más del temor, y Yo me siento

más atraído hacia el pecador más perverso, no fingido, que

hacia aquellos que son más buenos, pero fingidos. ¡Oh!, cómo

me da repugnancia quien aparentemente hace el bien, finge

ser bueno, reza, pero por dentro anida el mal, el propio interés,

y mientras los labios rezan su corazón está lejano de Mí, y en

el mismo acto de hacer el bien piensa cómo satisfacer sus

pasiones brutales. Además, el hombre fingido en el bien que

aparentemente hace y dice, no es capaz de dar luz a los

demás, habiéndole cerrado las puertas a la luz, así que obran

como demonios encarnados, que muchas veces bajo aspecto

de bien atraen al hombre, y éstos viendo el bien se dejan

atraer, pero cuando van en lo mejor del camino los precipitan

en las culpas más graves. ¡Oh! cómo son más seguras las

tentaciones bajo aspecto de culpa, que aquellas bajo aspecto

de bien, así es más seguro tratar con personas perversas, que

con personas buenas pero fingidas, ¿cuánto veneno no

esconden, cuantas almas no envenenan? Si no fuera por los

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fingimientos y todos se hicieran conocer por lo que son, se

quitarían las raíces del mal de la faz de la tierra, y todos

quedarían desengañados”.

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14-32

Junio 1, 1922

Encontrándome en mi habitual estado, estaba siguiendo las

horas de la Pasión de mi dulce Jesús, especialmente cuando

fue presentado a Pilatos, el cual le preguntó cuál era su reino, y

mi siempre amable Jesús me ha dicho:

“Hija mía, fue la primera vez en mi Vida terrena que tuve que

tratar con un gobernante gentil, el cuál me preguntó cuál era mi

reino, y Yo le respondí que mi reino no es de este mundo, que

si de este mundo fuera, millones de legiones de ángeles me

defenderían. Con esto abría a los gentiles mi reino y les

comunicaba mi celestial doctrina, tanto que Pilatos me

preguntó: ‘¿Cómo, Tú eres rey?’ Y Yo inmediatamente le

respondí: ‘Rey soy Yo, y he venido al mundo a enseñar la

verdad.’ Con esto Yo quería abrirme camino en su mente para

hacerme conocer, y él, sintiéndose como golpeado me

preguntó: ‘¿Qué cosa es la verdad?’ Pero no esperó mi

respuesta, no tuve el bien de hacerme comprender, le habría

dicho: ‘La verdad soy Yo, todo en Mí es verdad; verdad es mi

paciencia en medio de tantos insultos; verdad es mi mirada

dulce entre tantas burlas, calumnias, desprecios; verdad son

mis modos afables, atrayentes, en medio de tantos enemigos,

que mientras ellos me odian Yo los amo, y mientras quieren

darme la muerte Yo quiero abrazarlos y darles la vida; verdad

son mis palabras dignas y llenas de sabiduría celestial; todo en

Mí es verdad”. La verdad es más que sol majestuoso, que por

cuanto se quiera pisotear, surge más bello, más luminoso y

hace avergonzar a los mismos enemigos, haciéndolos caer por

tierra, a sus pies.

Pilatos me preguntó con ánimo sincero, y Yo le respondí

inmediatamente, en cambio Herodes me preguntó con maldad

y por curiosidad, y Yo no le respondí, así que a quien quiere

saber las cosas santas con sinceridad, Yo me revelo más allá

de lo que se quiere; en cambio, a quien quiere saberlas con

maldad y para curiosear, Yo me le escondo, y mientras éstos

quieren hacer burla de Mí, Yo los confundo y me burlo de ellos.

Pero como mi persona llevaba consigo la verdad, también ante

Herodes hizo su oficio, mi silencio ante sus tempestuosas

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preguntas, mi mirada modesta, el aspecto todo lleno de

dulzura, de dignidad, de nobleza de mi misma persona, eran

todas verdades, y verdades operantes”.

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14-76

Noviembre 24, 1922

Estaba pensando en mi dulce Jesús cuando fue presentado

a Herodes, y decía entre mí: “Cómo es posible que Jesús, tan

bueno, no se haya dignado decirle una palabra, ni dirigirle una

mirada. ¿Quién sabe y a lo mejor aquel pérfido corazón, ante la

potencia de la mirada de Jesús se hubiera convertido?” Y

Jesús haciéndose ver me ha dicho:

“Hija mía, era tanta su perversidad e indisposición de ánimo,

que no mereció que lo mirara y le dijera una palabra, y si lo

hubiera hecho él se habría hecho más culpable, porque cada

palabra mía o mirada son vínculos de más que se forman entre

Yo y la criatura. Cada palabra es una unión mayor, un mayor

estrechamiento; y en cuanto el alma se siente mirada, la gracia

comienza su trabajo. Si la mirada o la palabra ha sido dulce,

benigna, el alma dice: ‘Cómo era bella, penetrante, suave,

melodiosa, ¿cómo no amarlo?’ O bien si ha sido una mirada o

palabra majestuosa, fulgurante de luz, dice: ‘Qué majestad,

qué grandeza, qué luz tan penetrante, cómo me siento

pequeña, cómo soy miserable, cuántas tinieblas en mí ante esa

luz tan fulgurante’. Si te quisiera decir la potencia, la gracia, el

bien que lleva mi palabra o mirada, cuántos libros te haría

escribir”.

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15-34

Julio 5, 1923

Estaba acompañando a mi penante Jesús en las horas de su

amarguísima Pasión, especialmente cuando fue presentado y

acusado por los judíos ante Pilatos, y Pilatos, no contento con

las simples acusaciones que le hacían, volvía a los

interrogatorios para encontrar, o causa suficiente para

condenarlo o para liberarlo. Y Jesús, hablándome en mi interior

me ha dicho:

"Hija mía, todo en mi Vida es misterio profundo y

enseñanzas sublimes, en las cuales el hombre debe mirarse

como en un espejo para imitarme. Tú debes saber que era

tanta la soberbia de los judíos, especialmente por la fingida

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santidad que profesaban, por la que eran tenidos por hombres

rectos y concienzudos, que creían que sólo con presentarme

ellos y decir que me habían encontrado culpable y reo de

muerte, Pilatos debía creerles y sin interrogarlos debía

condenarme, mucho más porque estaban tratando con un juez

gentil que no tenía ni conocimiento de Dios ni conciencia. Pero

Dios dispuso diversamente para confundirlos y para enseñar a

los superiores que por mucho que parezcan buenas y santas

las personas que acusan a un pobre reo, no les crean

fácilmente, sino que las interroguen cuidadosamente para ver

si están en la verdad, o bien, ver si bajo aquel vestido de

bondad hay algunos celos, rencores, o es para obtener de los

superiores, haciéndose camino en sus corazones, algún puesto

o dignidad que ambicionan. El escrutinio hace conocer a las

personas, las confunde y se muestra que no se tiene confianza

en ellas, y al no verse apreciadas se quitan el pensamiento de

ambicionar puestos o de acusar a otros. Cuánto mal hacen

aquellos superiores cuando a ojos cerrados, fiándose de una

fingida bondad, no de una virtud probada, los ponen en un

puesto, o dan oídos a quien acusa a otro de alguna falta.

Cuánto no quedaron humillados los judíos al no ser creídos

fácilmente por Pilatos y al sufrir tantos interrogatorios, y si

cedió en condenarme no fue porque les creyera, sino forzado y

para no perder su puesto; esto los confundió, de modo que

quedó como marca sobre su frente una extrema confusión y

una humillación profunda, mucho más que descubrían más

rectitud y más conciencia en un juez gentil que en ellos. Cuán

necesario y justo es el escrutinio, arroja luz, produce calma en

los verdaderos buenos y confusión en los malos. Y cuando

queriendo examinarme Pilatos me preguntó: ‘¿Tú eres rey? Y

¿dónde está tu reino?’ Yo quise dar otra sublime lección con

decir: ‘Yo soy rey’. Y quería decir: ‘¿Pero sabes tú cuál es mi

reino? Mi reino son mis dolores, mi sangre, mis virtudes; éste

es el verdadero reino, que no fuera de Mí, sino dentro de Mí

poseo, lo que se posee por afuera no es verdadero reino ni

seguro dominio, porque lo que no está dentro del hombre le

puede ser quitado, usurpado y será obligado a dejarlo; en

cambio lo que está dentro nadie se lo podrá quitar, el dominio

será eterno dentro de él. Las características de mi reino son

mis llagas, las espinas, la cruz, donde no hago como los

demás reyes, que hacen vivir a sus pueblos fuera de ellos, en

la inseguridad y tal vez en ayunas; Yo no, Yo llamo a mis

pueblos a habitar en las estancias de mis llagas, fortificados y

defendidos por mis dolores, quitada su sed por mi sangre,

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alimentados por mi carne, y sólo esto es el verdadero reinar,

todos los demás reinos son reinos de esclavitud, de peligros y

de muerte; en mi reino está la verdadera vida. Cuántas

enseñanzas sublimes, cuántos misterios profundos en mis

palabras, cada alma debería decirse a sí misma en las penas y

dolores, en las humillaciones y abandonos de todos, al

practicar las verdaderas virtudes: ‘Este es mi reino, no sujeto a

perecer, nadie me lo puede quitar ni tocar, es más, mi reino es

eterno y divino, semejante al de mi dulce Jesús, mis dolores y

penas me lo certifican y me vuelven el reino más fortificado y

aguerrido, tanto, que ninguno podrá hacerme guerra en vista

de mi gran fortaleza’. Este es reino de paz, que deberían

ambicionar todos mis hijos".

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16-2

Julio 16, 1923

Estaba pensando en la Pasión de mi dulce Jesús y sentía

sus penas junto a mí, como si ahora las estuviera Él sufriendo,

y mirándome me ha dicho:

“Hija mía, Yo sufrí todo en mi Voluntad, y a medida que

sufría mis penas abrían tantos caminos en mi Voluntad para

llegar a cada criatura. Si no hubiera sufrido en mi Voluntad, que

envuelve todo, mis penas no habrían llegado hasta ti, ni hasta

todos y cada uno, habrían quedado con mi Humanidad; es

más, con haberlas sufrido en mi Voluntad no sólo abrían tantos

caminos para ir a todas las criaturas, sino que abrían también

tantos otros para hacerlas entrar a ellas hasta Mí, y unirse con

esas penas y darme cada una de las penas que con sus

ofensas me debían dar en todo el curso de los siglos, y

mientras Yo estaba bajo la tempestad de los golpes, mi

Voluntad me traía a cada una de las criaturas a golpearme, así

que no fueron sólo aquellos los que me flagelaron, sino las

criaturas de todos los tiempos, que habrían con sus ofensas

concurrido a la bárbara flagelación, y así en todas las demás

penas mi Voluntad me traía a todos, ninguno faltaba a la

llamada, todos me estaban presentes, ninguno faltó, por eso

mis penas fueron ¡oh, cuánto más duras, más múltiples que las

que se vieron! Entonces si quieres que los ofrecimientos de mis

penas, tu compasión y reparación, tus pequeñas penas, no

sólo lleguen hasta Mí, sino que hagan los mismos caminos de

las mías, haz que todo entre en mi Querer, y todas las

generaciones recibirán los efectos. Y no sólo mis penas, sino

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también mis palabras, porque dichas en mi Voluntad llegaban a

todos, como por ejemplo cuando Pilatos me preguntó si Yo era

rey y Yo le respondí: ‘Mi reino no es de este mundo, si de este

mundo fuera, millones de legiones de ángeles me defenderían’.

Y Pilatos al verme tan pobre, humillado, despreciado, se

asombró y dijo más marcado: ¡Cómo! ¿Tú eres rey?’ Y Yo con

firmeza le respondí a él y a todos los que se encuentran en

algún puesto: ‘Rey soy Yo, y he venido al mundo a enseñar la

verdad, y la verdad es que no son los puestos, los reinos, las

dignidades, el derecho de mando lo que hace reinar al hombre,

lo que lo ennoblece, lo que lo eleva sobre todos; es más, éstas

cosas son esclavitudes, miserias, que lo hacen servir a viles

pasiones, a hombres injustos, cometiendo también él tantos

actos de injusticia que lo desnoblecen, lo arrojan en el fango y

le atraen el odio de sus dependientes, así que las riquezas son

esclavitudes, los puestos son espadas con las que muchos

quedan muertos o heridos; el verdadero reinar es la virtud, el

despojamiento de todo, el sacrificarse por todos, el someterse

a todos, y esto es el verdadero reinar que vincula a todos y se

hace amar por todos, por eso mi reino no tendrá jamás fin, y el

tuyo está próximo a perecer’. Y estas palabras en mi Voluntad

las hacía llegar a los oídos de todos aquellos que se

encuentran en puestos de autoridad, para hacerles conocer el

gran peligro en el que se encuentran, y para poner en guardia

a quienes aspiran a los puestos, a las dignidades, al mando”.

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20-45

Enero 4, 1927

Después de esto estaba siguiendo a mi apasionado Jesús

en la Pasión, y habiendo llegado al punto cuando Herodes lo

acosaba a preguntas y Él callaba, pensaba entre mí: “Si Jesús

hubiese hablado tal vez aquél se hubiera convertido”. Y Jesús

moviéndose en mi interior me ha dicho:

“Hija mía, Herodes no me preguntó para conocer la verdad

sino para curiosear y burlarse de Mí, y si Yo hubiese

respondido habría hecho burla de él, porque cuando falta la

voluntad de conocer la verdad y de llevarla a cabo, falta el

humor en el alma para recibir el calor que lleva consigo la luz

de mis verdades; este calor no encontrando la humedad para

hacer germinar y fecundar la verdad, quema de más y hace

secar el bien que puede producir. Sucede como al sol, que

cuando no encuentra la humedad en las plantas, su calor sirve

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para secar y quemar la vida de las plantas, pero si encuentra

humedad hace prodigios, por eso la verdad es bella, es

amable, es la restauradora y fecundadora de las almas, con su

calor y luz forma prodigios de desarrollo, de gracias y de

santidad, pero esto para quien ama conocerla para hacerla;

pero para quien no ama hacerla, la verdad se burla de ellos en

vez de quedar burlada”.

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