ORACIONES INICIALES

lunes, 16 de agosto de 2021

DECIMOCUARTA HORA DE LAS 6 A LAS 7 DE LA MAÑANA

 

JESÚS DE NUEVO ANTE CAIFÁS Y DESPUÉS ES LLEVADO A PILATOS


Jesús de nuevo ante Caifás y después es llevado a Pilatos

Gracias te doy, oh Jesús, por llamarme a la unión contigo

por medio de la oración, y tomando tus pensamientos, tu

lengua, tu corazón y fundiéndome toda en tu Voluntad y en tu

amor, extiendo mis brazos para abrazarte y apoyando mi

cabeza sobre tu corazón empiezo:

Dolorido Jesús mío, ya estás fuera de la prisión, estás tan

agotado que vacilas a cada paso. Quiero ponerme a tu lado

para sostenerte cuando vea que estás a punto de caer. Pero

veo que los soldados te presentan ante Caifás, y Tú, oh mi

Jesús, como sol apareces en medio de ellos, y si bien

desfigurado, envías luz por todas partes.

Veo que Caifás se regocija de gusto al verte tan malamente

reducido, y a los reflejos de tu luz se ciega más, y en su furor te

pregunta de nuevo:

«¿Así que Tú realmente eres el verdadero Hijo de Dios?»

(Mt 26, 63)

Y Tú amor mío, con una majestad suprema y con una gracia

en tu decir, con tu acostumbrado acento dulce y conmovedor

que rapta los corazones respondes:

«Sí, Yo soy el verdadero Hijo de Dios». (Mt 26. 64)

Y ellos, si bien sienten toda la fuerza de tu palabra,

sofocando todo, sin querer saber más, con voz unánime gritan:

«¡Es reo de muerte, es reo de muerte!» (Mt 26, 66)

Y Caifás confirma la sentencia de muerte y te envía a

Pilatos. Y Tú, condenado Jesús mío, aceptas esta sentencia

con tanto amor y resignación que casi la arrebatas del inicuo

pontífice, y reparas todos los pecados hechos deliberadamente

y con toda malicia, y por aquellos que en vez de afligirse por el

mal, se alegran y exultan por el mismo pecado, y esto los lleva

a la ceguera y a sofocar cualquier luz y gracia en ellos.

Vida mía, tus reparaciones y oraciones hacen eco en mi

corazón y reparo y suplico junto contigo. Dulce amor mío, veo

que los soldados, habiendo perdido la poca estima que les

quedaba de Ti, al verte sentenciado a muerte te toman y

agregan cuerdas y cadenas, te atan tan fuerte que casi quitan

el movimiento a tu divina Persona, y empujándote y

arrastrándote te sacan del palacio de Caifás. Turbas del pueblo

te esperan, pero ninguno para defenderte, y Tú, mi Sol divino,

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sales en medio de ellos queriendo envolverlos a todos con tu

luz.

Y conforme das los primeros pasos, queriendo encerrar en

los tuyos todos los pasos de las criaturas, ruegas y reparas por

aquellos que dan sus primeros pasos y obran con fines malos:

quién para vengarse, quién para matar, quién para traicionar,

quién para robar, y tantas otras cosas. Oh, cómo todas estas

culpas te hieren el corazón, y para impedir tanto mal, ruegas,

reparas y te ofreces todo Tú mismo.

Pero mientras te sigo, veo que Tú, mi sol Jesús, al momento

de salir del palacio de Caifás te encuentras con la bella María,

nuestra dulce Mamá; vuestras miradas se encuentran, se

hieren, y si bien quedáis aliviados al veros, también se agregan

nuevos dolores: Tú, al ver a la bella Mamá traspasada, pálida

y enlutada; y a la amada Mamá al verte a Ti, sol divino,

eclipsado por tantos oprobios, lloroso y envuelto en un manto

de sangre.

Pero no podéis disfrutar mucho el intercambio de miradas, y

con el dolor de no poder deciros ni siquiera una palabra,

vuestros corazones se dicen todo, y fundidos el uno en el otro

cesan de mirarse porque los soldados te empujan, y así,

pisoteado y arrastrado llegas a Pilatos. Mi Jesús, me uno a la

traspasada Mamá en seguirte, para fundirme junto con Ella en

Ti; y dándome una mirada de amor, bendíceme.

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Reflexiones de la Decimocuarta Hora (6 AM)

13-19

Septiembre 21, 1921

Después he regresado en mí misma, y era la hora cuando mi

amado Jesús salía de la prisión y era llevado de nuevo ante

Caifás, yo he tratado de acompañarlo en este misterio, y Jesús

me ha dicho:

“Hija mía, cuando fui presentado ante Caifás era pleno día, y

era tanto el amor que Yo tenía hacia las criaturas, que salía en

este último día ante el pontífice todo deformado, llagado, para

recibir la condena de muerte; pero cuantas penas debía

costarme esta condena, y Yo estas penas las convertía en días

eternos, con los cuales circundaba a cada una de las criaturas,

a fin de que alejándole las tinieblas, cada una encontrara la luz

necesaria para salvarse y ponía a su disposición mi condena

de muerte para que encontraran en ella su vida. Así que cada

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pena y cada bien que Yo hacía, era un día de más que daba a

la criatura; y no sólo Yo, sino también el bien que hacen las

criaturas es siempre día que forman, así como el mal es noche.

Sucede como cuando una persona tiene una luz y se

encuentran cerca de ella diez, veinte personas, a pesar de que

la luz no es de todas, sino de una sola, las otras gozan de la

luz, pueden trabajar, leer, y mientras ellas se aprovechan de la

luz, no hacen ningún daño a la persona que la posee. Así

sucede con el bien obrar, no sólo es día para ella, sino que

puede hacer el día a quién sabe cuántas otras; el bien es

siempre comunicativo y mi amor no sólo me incitaba a Mí, sino

que daba la gracia a las criaturas que me aman de formar

tantos días en provecho de sus hermanos, por cuantas obras

buenas van haciendo”.

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