ORACIONES INICIALES

sábado, 7 de agosto de 2021

OCTAVA HORA De las 12 de la noche a la 1 de la mañana La captura de Jesús

 PREPARACION ANTES DE LA MEDITACION Y OFRECIMIENTO


110

111




OCTAVA HORA

De las 12 de la noche a la 1 de la mañana

La captura de Jesús

Gracias te doy, oh Jesús, por llamarme a la unión contigo

por medio de la oración, y tomando tus pensamientos, tu

lengua, tu corazón y fundiéndome toda en tu Voluntad y en tu

amor, extiendo mis brazos para abrazarte y apoyando mi

cabeza sobre tu corazón empiezo:

Oh Jesús mío, ya es media noche; escuchas que se

aproximan los enemigos, y Tú limpiándote y enjugándote la

sangre, reanimado por los consuelos recibidos vas de nuevo a

donde están tus amados discípulos, los llamas, los amonestas

y te los llevas junto contigo, y vas al encuentro de tus

enemigos, queriendo reparar con tu prontitud mi lentitud, mi

desgano y pereza en el obrar y en el sufrir por amor tuyo.

Pero, oh dulce Jesús, mi bien, que escena tan conmovedora

veo: Al primero que encuentras es al pérfido Judas, el cual

acercándose a Ti y poniéndote un brazo alrededor de tu cuello

te saluda y te besa; y Tú, amor entrañable, no desdeñas besar

aquellos labios infernales, lo abrazas y te lo estrechas al

corazón, queriéndolo arrancar del infierno y dándole muestras

de nuevo amor.

Mi Jesús, ¿cómo es posible no amarte? Es tanta la ternura

de tu amor que debiera arrebatar a cada corazón a amarte, y

sin embargo no te aman. Y Tú, oh mi Jesús, en este beso de

Judas, soportándolo, reparas las traiciones, los fingimientos,

los engaños bajo aspecto de amistad y de santidad,

especialmente de los sacerdotes. Tu beso, además, manifiesta

que a ningún pecador, con tal de que venga a Ti humillado,

rehusarías darle el perdón.

Ternísimo Jesús mío, ya te entregas en manos de tus

enemigos, dándoles el poder de hacerte sufrir lo que ellos

quieran. También yo, oh mi Jesús, me entrego en tus manos, a

fin de que Tú, libremente, puedas hacer de mí lo que más te

agrade; y junto contigo quiero seguir tu Voluntad, tus

reparaciones y sufrir tus penas. Quiero estar siempre en torno

a Ti para hacer que no haya ofensa que no te repare, amargura

que no endulce, salivazos y bofetadas que recibas que no

vayan seguidas por un beso y una caricia mía.

En tus caídas, mis manos estarán siempre dispuestas a

ayudarte para levantarte. Así que siempre contigo quiero estar,

oh mi Jesús, ni siquiera un minuto quiero dejarte solo; y para

112

estar más segura, ponme dentro de Ti, y yo estaré en tu mente,

en tus miradas, en tu corazón y en todo Tú mismo, para hacer

que lo que haces Tú, pueda hacerlo también yo, así podré

hacerte fiel compañía y no pasar por alto ninguna de tus penas,

para darte por todo mi correspondencia de amor.

Dulce bien mío, estaré a tu lado para defenderte, para

aprender tus enseñanzas y para numerar una por una todas

tus palabras. ¡Ah, cómo me desciende dulce la palabra que

dirigiste a Judas:

«Amigo, ¿a qué has venido?» (Mt 26,50)

Y siento que a mí también me diriges las mismas palabras,

no llamándome amiga sino con el dulce nombre de hija: «Hija,

¿a qué has venido?» Para oír que te respondo: «Jesús, a

amarte». «¿A qué has venido?», me repites si me despierto en

la mañana; «¿a qué has venido?», si hago oración; «¿a qué

has venido?», me repites desde la Hostia Santa si vengo a

recibirte en mi corazón.

¡Qué bello reclamo para mí y para todos! Pero cuántos a tu

«¿a qué has venido?» responden: Vengo a ofenderte. Otros,

fingiendo no escucharte se entregan a toda clase de pecados,

y a tu pregunta «¿a qué has venido?» responden con irse al

infierno. ¡Cuánto te compadezco, oh mi Jesús! Quisiera tomar

las mismas cuerdas con que van a atarte tus enemigos, para

atar a estas almas y evitarte este dolor. Pero de nuevo escucho

tu voz ternísima que dice, mientras vas al encuentro de tus

enemigos:

«¿A quién buscan?» (Jn 18,4)

Y ellos responden:

«A Jesús Nazareno». (Jn 18,5)

Y Tú les dices:

«Yo soy». (Jn 18,5)

Con esta sola palabra dices todo y te das a conocer por lo

que eres, tanto que tus enemigos tiemblan y caen por tierra

como muertos, y Tú, amor sin par, repitiendo de nuevo «Yo

soy», los vuelves a llamar a la vida, y por Ti mismo te entregas

en manos de tus enemigos.

Jesús es encadenado

Y ellos, pérfidos e ingratos, en vez de caer humildes y

palpitantes a tus pies y pedirte perdón, abusando de tu bondad

y despreciando gracias y prodigios te ponen las manos encima

y con sogas y cadenas te atan, te inmovilizan, te arrojan por

tierra, te pisotean bajo sus pies, te arrancan los cabellos, y Tú,

113

con paciencia inaudita callas, sufres y reparas las ofensas de

aquellos que a pesar de los milagros, no se rinden a tu gracia y

se obstinan de más.

Con tus sogas y cadenas consigues del Padre la gracia de

romper las cadenas de nuestras culpas, y nos atas con la dulce

cadena del amor. Y corriges amorosamente a Pedro que quiere

defenderte, y llega hasta cortar una oreja a Malco; quieres

reparar con esto las obras buenas que no son hechas con

santa prudencia, y que por demasiado celo caen en la culpa.

Mi pacientísimo Jesús, estas cuerdas y cadenas parece que

ponen algo de más bello a tu divina Persona. Tu frente se hace

más majestuosa, tanto que atrae la atención de tus mismos

enemigos; tus ojos resplandecen con más luz; tu rostro divino

se pone en actitud de una paz y dulzura suprema, capaz de

enamorar a tus mismos verdugos; con tu tono de voz suave y

penetrante, si bien pocos, los haces temblar, tanto que si se

atreven a ofenderte es porque Tú mismo se los permites.

Oh amor encadenado y atado, ¿podrás permitir que Tú seas

atado por causa mía, haciendo más desahogo de amor, y yo,

pequeña hija tuya, esté sin cadenas? No, no, más bien átame

con tus manos santísimas con tus mismas sogas y cadenas.

Por eso te ruego que ates, mientras beso tu frente divina,

todos mis pensamientos, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi

corazón, mis afectos y todo mi ser, y al mismo tiempo ata a

todas las criaturas, para que sintiendo las dulzuras de tus amorosas cadenas no se atrevan a ofenderte más.

Dulce bien mío, ya es la una de la madrugada, la mente comienza a adormecerse; haré lo que más pueda por

mantenerme despierta, pero si el sueño me sorprende, me dejo en Ti para seguir lo que haces Tú; más bien lo harás Tú mismo

por mí.

En Ti dejo mis pensamientos para defenderte de tus enemigos, mi respiración como cortejo y compañía, mi latido para decirte siempre que te amo y para darte el amor que los demás no te dan, las gotas de mi sangre para repararte y restituirte el honor y la estima que te quitarán con los insultos,salivazos y bofetadas. Jesús mío, bendíceme y hazme dormir en tu adorable corazón, para que por tus latidos, acelerados por el amor o por el dolor, pueda despertarme frecuentemente,y así jamás interrumpir nuestra compañía. Así queda acordado,oh Jesús.

+ + +

114

Reflexiones de la Octava Hora (12 PM)

13-33

Noviembre 16, 1921

Esta mañana, mi siempre amable Jesús se hacía ver todo atado, atadas las manos, los pies, la cintura; del cuello le descendía una doble cadena de fierro, pero estaba atado tan fuertemente, que le quitaba el movimiento a su Divina Persona.

Qué dura posición era ésta, de hacer llorar aun a las piedras, y mi sumo bien Jesús me ha dicho:

“Hija mía, en el curso de mi Pasión todas las otras penas hacían competencia entre ellas, pero una cedía el lugar a la

otra, y se mantenían vigilantes para hacerme sufrir lo peor,para darse la vanagloria de que una había sido más dura que las demás, pero las cuerdas no me las quitaron jamás, desde que me apresaron hasta el monte calvario estuve siempre atado, es más, agregaban siempre más cuerdas y cadenas por temor de que pudiese huir, y para hacer más burla y juego de Mí; cuántos dolores, confusiones, humillaciones y caídas me causaron estas cadenas. Pero debes saber que en estas cadenas había un gran misterio y una gran expiación: El hombre, al empezar a caer en el pecado queda atado con las mismas cadenas de su pecado, si es grave son cadenas de fierro, si venial son cuerdas; entonces, si quiere caminar en el bien, siente las trabas de las cadenas y queda obstaculizado en su paso, el estorbo que siente lo agota, lo debilita, y lo lleva a nuevas caídas; si obra siente el impedimento en las manos y casi queda como si no tuviera manos para hacer el bien; las pasiones, viéndolo tan atado hacen fiesta y dicen: “Es nuestra la victoria”. Y de rey que es el hombre, lo vuelven esclavo de pasiones brutales. Cómo es abominable el hombre en el

estado de culpa, y Yo para romper sus cadenas quise ser atado, y no quise estar en ningún momento sin cadenas, para

tener siempre listas las mías para romper las suyas, y cuando los golpes, los empujones me hacían caer, Yo le extendía las manos para desatarlo y hacerlo libre de nuevo”.

Pero mientras esto decía, yo veía a casi todas las gentes atadas por cadenas, que daban piedad, y rogaba a Jesús que tocara con sus cadenas las cadenas de ellas, a fin de que por el toque de las suyas quedaran rotas las de las criaturas.

+ + +

115

14-14

Marzo 18, 1922

Estaba acompañando a mi dulce Jesús en sus penas de la

Pasión, y Él haciéndose ver me ha dicho:

“Hija mía, la culpa encadena al alma y le impide hacer el

bien: La mente siente la cadena de la culpa y queda impedida

para comprender el bien, la voluntad siente la cadena que la

ata y se siente entorpecida, y en lugar de querer el bien quiere

el mal, el deseo encadenado siente que le cortan las alas para

volar a Dios. ¡Oh, cómo me da compasión ver al hombre

encadenado por sus mismas culpas! He aquí por qué la

primera pena que quise sufrir en la Pasión fueron las cadenas,

quise estar atado para liberar al hombre de sus cadenas.

Aquellas cadenas que Yo sufrí se convirtieron, en cuanto me

tocaron, en cadenas de amor, las cuales tocando al hombre

quemaban y rompían las suyas y lo ataban con mis amorosas

cadenas. Mi amor es operativo, no sabe estar si no obra, por

eso para todos y para cada uno preparé lo que se necesita

para rehabilitarlo, para sanarlo, para embellecerlo de nuevo,

todo hice a fin de que si se decide encuentre todo preparado y

a su disposición, por eso tengo listas mis cadenas para quemar

las suyas; los pedazos de mi carne para cubrir sus llagas y

adornarlo de belleza; mi sangre para darle nuevamente la vida;

todo lo tengo listo. Tengo en reserva para cada uno lo que se

necesita, mi amor quiere darse, quiere obrar, siento una

intranquilidad, una fuerza irresistible que no me da paz si no

doy, ¿y sabes qué hago? Cuando veo que ninguno toma,

concentro mis cadenas, los pedazos de mi carne, mi sangre,

en quien los quiere y me ama, y lo cubro de belleza,

envolviéndolo todo con mis cadenas de amor, le centuplico la

vida de gracia, y así mi amor se desahoga y se tranquiliza”.

Pero mientras esto decía, yo veía que sus cadenas, los

pedazos de su carne, su sangre, corrían sobre mí, y Él se

divertía aplicándolos sobre de mí y envolviéndome toda. ¡Cómo

es bueno Jesús, sea siempre bendito! Después ha regresado y

ha agregado:

“Hija mía, siento la necesidad de que la criatura repose en

Mí y Yo en ella, ¿pero sabes cuando la criatura reposa en Mí y

Yo en ella? Cuando su inteligencia piensa en Mí y me

comprende, ella reposa en la inteligencia de su Creador, y la

del Creador encuentra su reposo en la mente creada; cuando

la voluntad humana se une con la Voluntad Divina, las dos

voluntades se abrazan y reposan juntas; si el amor humano se

eleva sobre todas las cosas creadas y ama sólo a su Dios,

116

¡qué bello reposo encuentran mutuamente Dios y el alma!

Quien da reposo, lo encuentra, Yo le hago de lecho y la tengo

en el más dulce sueño, estrechada entre mis brazos, por eso

ven y reposa en mi seno”.

+ + +

117


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

11-28 214 de 1912 con su vida oculta Jesús santificó divinisó todas las acciones humanas

   Buenas noches, cómo estamos? Aquí nuevamente con su programa libro de cielo y acompañados por el doctor buenas un programa en estamos tra...